Este viernes hemos trabajado la piedad, un nuevo tema, el del mes de marzo. Hemos entendido que la piedad es saber pedir perdón, es perdonar, es tener compasión de los otros.
Os dejamos un pequeño cuento que hemos leido con los Tagastitos
¿Qué opináis?
Un joven, preso de la amargura acudió a un monasterio en Japón y
le expuso a un anciano maestro:
- Querría alcanzar la iluminación, pero soy incapaz de soportar
los años de retiro y meditación. ¿Existe un camino rápido para alguien como yo?
-Te has concentrado a fondo en algo durante tu vida? preguntó el
maestro.
- Solo en el ajedrez, pues mi familia es rica y nunca trabajé de
verdad.
El maestro llamó a un monje. Trajeron un tablero de ajedrez y una
espada afilada.
- Ahora vas a jugar una partida muy especial de ajedrez. Si
pierdes te cortaré la cabeza con
esta espada; y si por el contrario ganas, se la cortaré a tu
adversario.
Empezó la partida. El joven sentía las gotas de sudor recorrer su
espalda, pues estaba jugando la partida de su vida. El tablero se convirtió en
el mundo entero. Se identificó con él y formó parte de él. Empezó perdiendo,
pero su adversario cometió un desliz. Aprovechó la ocasión para lanzar un
fuerte ataque, que cambió su suerte. Entonces miró de reojo al monje.
Vió su rostro inteligente y sincero, marcado por años de esfuerzo.
Evocó su propia vida, ociosa y banal... y de repente se sintió tocado por la
piedad. Así que cometió un error voluntario y luego otro... Iba a perder.
Viéndolo, el maestro arrojó el tablero al suelo y las piezas se
mezclaron.
-No hay vencedor ni vencido. -dijo- No caerá ninguna cabeza.
Se volvió hacia el joven y añadió:
-Dos cosas son necesarias: la concentración y la Piedad. Hoy has
aprendido las dos.